viernes, 10 de octubre de 2008


¡¡¡¡¡ CAMPEÓN!!!!!!!!


Hoy soy un campeon

Mañana el destino y futuro me dira,

que sere?Por eso el tiempo cuando pasa lo aprovecho a lo maximo,

Ser libre y sobera campeon.


Hoy fui un campeon Mañana quisas un perdedor

pese a todo mis voluntades opuestas,

Tendrias que ser del presente, no del pasado,

Porque el pasado y el futuro, ¡¡ no me daria exacto la respuesta !!.


No olvides que tu tambien eres un campeón,

Lucha por tu saber, demuestra tu intelectividad,

Y lo lograras de ser un campeon

y llamado por tu bandad.





"Julio cartazas"
Habia empezado a leer la novela unos dias antes. la abandono por negocios urgentes, volvio a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interezar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, despues de escribir una carta a su apoderado y discutir con su mayordomo una cuestion de aparcerias, volcio al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillon favorito, de espldas a laa puertas que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejo que su mano izquierda acariciara una vez el terciopelo verde y se puso a leer los ultimos capitulos. Su memoria retenia sin esfuerzos los nombres y las imagenes de los protagonistas; la ilusion novelesca lo gano casi en seguida. Gosaba del placer casi perverso de irse desgajando lineas a lineas de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba comodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguian al alcance de la mano, que mas alla de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorvio por la sorvida disyuntiva de los heroes, dejandose ir hacia las imagenes que se concertaban y adquirian color y movimiento, fue testigo del ultimo encuentro en la cabaña del mante. Primero entraba la mujer, recelos ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de la rama. Admirablemente restañaba ella la sangre con sus besos, pero el rechazaba sus caricias, no habia venido para repetir la ceremonia de una pasion secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho y debajo latia la libertad agazapada. Un dialogo anhelante corria por las sentia que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada habia sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hara cada instante tenia su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interumpia apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empesaba a anochecer.

Sin mirarse ya, atados rigidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debia seguir por la senda que iba al norte. Desde l senda opuesta el se volvio un instante para verla correr con el pelo suelto. Corria a su vez, parapentandose en los arboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepusculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debia ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaria a esa hora, y no estaba. Subio los tres peldaños del porch y entro. Desde la sangre galopando en sus oidos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, despues una galeria, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitacion, nadie en la segunda. la puerta de salon, y entonces el puñal en la mano, luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillon de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillon leyendo una novela.